El otro día estuve pensando en lo bonito que sería que todos dijéramos un verso de un poema. No necesariamente el primero, ni el último. De cualquier poema que recuerdes. Así, cada persona con su voz cosería el hilo de un tapiz que acabaría resultando en belleza pura. Por ejemplo:
Estamos todos en mi porche, es una noche de verano, cálida pero sin mosquitos, y todos estamos mojados después de un baño. Entonces alguien dice:
- Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.
Y otra persona, con la voz ronca por bañarse de noche, dice:
- Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Cualquier chico con un cigarro en la mano y mirada perdida podría aportar:
- Empieza el llanto de la guitarra.
Y una chica que tenga voz dulce añadiría:
- Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Y otros:
- Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa.
- ¿Por qué me desenterraste del mar?
- Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?
- A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
- Me gustas cuando callas.
- Todo lo llenas tú. Todo lo llenas.
Un besito en la nariz.
Blanca
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