El fin de mi infancia, junto con el de toda mi generación, tuvo lugar hace poco. No fue con la llegada del euro, no fue con el primer beso, no fue con el primer suspenso, ni cuando hicimos selectividad. Nuestra etapa de crecimiento personal acabó con el estreno de la última película de Harry Potter. Después de verla, ya estamos hechos, listos para enfrentarnos al mundo.
Crecimos con ellos, con Harry, Ron y Hermione. Aprendimos a que incluso en situaciones de adversidad hay que actuar correctamente, a lo importante que es tener un motivo por el que luchar, a que hay que temer a los vivos que viven sin amor, el verdadero valor de la amistad, de la lealtad... Que las palabras son la fuente más inagotable de magia, que nuestra imaginación puede llevarnos más lejos que cualquier tren.
No voy a entrar en una crítica a la película, ni a los libros. Simplemente os hablo de que he crecido siendo alumna de Hogwarts, aunque no me llegara la carta a los 11 años (que por cierto, siempre mantuve la esperanza).
Cuando se encendieron las luces, al final de la proyección de la película, estaba llorando. Porque Hermione y Ron ya se han besado, porque Snape ya se ha dejado conocer, porque ya no veré más cicatrices en forma de rayo, porque Quien-ya-sabéis no va a encontrar otra forma para volver... Porque todo está ya en su lugar, donde tiene que ser.
Ahora tenemos que empezar a crear otra historia, pero nunca olvidando lo que aprendimos con la anterior. Harry Potter ya se ha metido demasiado en nuestro ser como para que podamos querer vivir olvidándonos de él.
- ¿Esto es real, o está ocurriendo dentro de mi cabeza?.
- ¡Claro que está ocurriendo dentro de tu cabeza, Harry! Pero, ¿Por qué iba a significar eso que es menos real?.
Y así Dumbledore nos recuerda que siempre que pasemos un mal momento, sólo tendremos que volver a nuestro interior, y estarán todos para ayudarnos.
Puede que un día pinte mi cuarto de naranja, o que escriba en la pared: 'Amigosamigosamigosamigosamigosamigosamigosamigos...'. Puede que un día me haga un jersey de lana con mi inicial bordada, o que me haga un amuleto anti-nargles. Preparar pastel de calabaza.
O puede que simplemente viva según los valores que JK Rowling quiso mostrarnos. Creo que es el mayor homenaje que podemos hacerle.
Un besito en la nariz.
Blanca.
Posdata: Y gracias por la pareja más adorable la ficción.
Porque me ha encantado esta entrada y porque yo también he crecido con Harry Potter, y su final significa el fin de una etapa de mi vida, la imaginación, las palabras y la amistad son tres cosas indispensables en una persona.
ResponderEliminarUn besito :)