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domingo, 10 de julio de 2011

Soy una Giselle en potencia.

Giselle nunca pudo llevar una vida como la de sus amigas. Su corazón era demasiado frágil, literal y metafóricamente, para soportar los vaivenes de la vida, de modo que su madré la protegió mucho de todo lo que pudo. Hasta que se enamoró de Albretch, un misterioso campesino recién llegado a la aldea. A su madre no le gustaba, a Hilarión, un cazador enamorado de ella, tampoco. Giselle también tenía un mal presentimiento, sabía que no tenía apenas idea del mundo, que no era suficiente para él, que era demasiado inocente para todo lo que Albretch habría vivido. Pero no pudo evitar enamorarse, teniendo su mirada tan cerca, cada vez más cerca... Tanto que le nubló la racionalidad.
Y tanta cercanía entre ambos también nubló la racionalidad de Hilarión, que buscó en Albretch el más mínimo oscuro antecedente para demostrar a Giselle que había elegido mal. No tardó en encontrar su secreto: Guardaba en su casa de la aldea la espada de un príncipe.
Rápidamente avisó a la Corte de tal hallazgo, y vinieron sus representantes a la aldea, entre ellos, una hermosa mujer. Albretch no sabía donde meterse cuando todos los cortesanos lo vieron y lo reconocieron como a un príncipe. Sobre todo aquella hermosa dama, que aseguraba estar comprometida con Albretch.
Giselle no sabía la explicación. No sabía que Albretch la había engañado, que era en realidad un príncipe que huía de las tensiones de palacio y se hacía pasar por campesino. Giselle no sabía que Albretch se había enamorado de ella, que aquella bella mujer sólo significaba obligación. Giselle solo sabía que era 'la otra', que tenía que pagar por las consecuencias de los errores que él cometió, que simplemente era un modo de desahogarse. Giselle supo que el hombre en el que confió no existía. Y de empezar a saber tantas cosas dolorosas, prefirió no saber nada.
Lo amaba demasiado y dolía más aún. Ser un objeto, ser engañada, ser nada. Supo desde un principio que ella no sería lo bastante buena, pero él estaba cerca, muy cerca... Demasiado cerca para intentar alejarse. Y ahora, su rostro cada vez se alejaba más de ella. Toda la realidad se alejaba a mucha velocidad. Todo era borroso, los límites difuminados. Ya no sabía qué era aquél agonizante dolor, si era por la traición, o por su frágil corazón. Veía muchas caras a su alrededor, moviéndose en frenesí, empezó a ver cosas que no había. Gritaba y gritaba, corría de un lado para otro, pero ninguna cara le era familiar. Se había vuelto loca, y su corazón cada vez latía más fuerte, y más dolía. En un momento recuperó su cordura para ver a su madre y lanzarse a perdonar a Albretch. Estando en sus brazos, se le paró el corazón, cansado de sufrir. Giselle murió de amor antes de poder perdonar nada.



Un besito en la nariz.
Blanca.

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