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sábado, 17 de septiembre de 2011

Alfredo no terminó de contar la verdadera historia

Érase una vez un soldado que se enamoró de una princesa. Al ver que no tenía posibilidades, intentó enamorarla de otra forma, que sería la siguiente: Esperaría bajo su ventana 100 días y 100 noches, hiciera frío o calor, hasta que la princesa se enamorase de él y bajara a concederle su mano. Así lo hizo. Pasaron los días y el soldado no se movía de debajo de la ventana. La lluvia caía sobre él, se le helaban las manos, tiritaba de frío, pero él seguía en su sitio, impasible. Llegó la noche 99 y él seguía allí, las lágrimas caían sobre sus ojos, estaba destrozado. Y después de tanto sufrimiento, en la noche 99, se levantó y se fue.

Aquí acaba el cuento que Alfredo le cuenta a Salvatore (Totó) en Cinema Paradiso, película que os recomiendo con mucho mucho entusiasmo. Por esta historia, por la magia y por la maravillosa banda sonora. No es una fábula muy esperanzadora para un Totó que buscaba consejo al no ser correspondido. Casi no se comprende, aunque bien visto tengamos claro que una mujer que hace a tal hombre sufrir de tal manera, no es digna de tal sufrimiento dedicado. Yo una vez presencié el verdadero final de la historia.

Tarde, pero la princesa se enamoró de él. Lástima que se diera cuenta cuando el soldado ya se estaba marchando. Debería haber corrido detrás de él, agarrarle de la manga, tirarlo hacia ella y darle el beso que merecía. Pero no lo hizo porque, cielos, ¡es una princesa! ¡y una princesa no debe hacer esas cosas!. El orgullo siempre está presente en las historias como ésta, pero llega el momento en el que es ese orgullo mismo y no la concupiscencia lo que las convierte en tiernas. Mientras ella se arrepiente en su alcoba, añorando la imagen del soldado bajo su ventana, él se dedica a disfrutar de su vida, que 99 días desperdiciados son muchos para la sonrisa tan bonita que tenía.

Un día se volvieron a encontrar. Ella era ahora la enamorada, y le prometió 100 días y 100 noches bajo su ventana. Empezó, de hecho, a cumplir su promesa, permaneciendo bajo el sol abrasador de pleno mes de julio. Pero él no fue tan cruel como lo fuera ella en su momento, de modo que a las dos semanas, el soldado bajó de sus aposentos y ¡obviamente! que sé que lo estáis esperando, la besó. Y ahí siguen, besuqueándose bajo la ventana.

Que sí que sí, que yo los he visto.
Un besito en la nariz, Blanca =)

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