Una cama así.
Usa Protector solar
Corre incesantemente. Solo así podrás permanecer en el mismo sitio.
viernes, 22 de julio de 2011
miércoles, 20 de julio de 2011
No es un adiós después de todo
The pain we all feel at this dreadful loss reminds me, reminds us, that while we may come from different places and speak in different tongues, our hearts beat as one.
Los acontecimientos que marcan el fin de las eras
Entendemos el tiempo así. Antes de Cristo, después de Cristo; Antes de atardecer, después... y de ese modo, con todo. La vida humana también se mide así, en etapas que se separan las unas de las otras por importantes eventos que hacen que todo cambie de dirección.
El fin de mi infancia, junto con el de toda mi generación, tuvo lugar hace poco. No fue con la llegada del euro, no fue con el primer beso, no fue con el primer suspenso, ni cuando hicimos selectividad. Nuestra etapa de crecimiento personal acabó con el estreno de la última película de Harry Potter. Después de verla, ya estamos hechos, listos para enfrentarnos al mundo.
Crecimos con ellos, con Harry, Ron y Hermione. Aprendimos a que incluso en situaciones de adversidad hay que actuar correctamente, a lo importante que es tener un motivo por el que luchar, a que hay que temer a los vivos que viven sin amor, el verdadero valor de la amistad, de la lealtad... Que las palabras son la fuente más inagotable de magia, que nuestra imaginación puede llevarnos más lejos que cualquier tren.
No voy a entrar en una crítica a la película, ni a los libros. Simplemente os hablo de que he crecido siendo alumna de Hogwarts, aunque no me llegara la carta a los 11 años (que por cierto, siempre mantuve la esperanza).
Cuando se encendieron las luces, al final de la proyección de la película, estaba llorando. Porque Hermione y Ron ya se han besado, porque Snape ya se ha dejado conocer, porque ya no veré más cicatrices en forma de rayo, porque Quien-ya-sabéis no va a encontrar otra forma para volver... Porque todo está ya en su lugar, donde tiene que ser.
Ahora tenemos que empezar a crear otra historia, pero nunca olvidando lo que aprendimos con la anterior. Harry Potter ya se ha metido demasiado en nuestro ser como para que podamos querer vivir olvidándonos de él.
- ¿Esto es real, o está ocurriendo dentro de mi cabeza?.
- ¡Claro que está ocurriendo dentro de tu cabeza, Harry! Pero, ¿Por qué iba a significar eso que es menos real?.
Y así Dumbledore nos recuerda que siempre que pasemos un mal momento, sólo tendremos que volver a nuestro interior, y estarán todos para ayudarnos.
Puede que un día pinte mi cuarto de naranja, o que escriba en la pared: 'Amigosamigosamigosamigosamigosamigosamigosamigos...'. Puede que un día me haga un jersey de lana con mi inicial bordada, o que me haga un amuleto anti-nargles. Preparar pastel de calabaza.
O puede que simplemente viva según los valores que JK Rowling quiso mostrarnos. Creo que es el mayor homenaje que podemos hacerle.
Un besito en la nariz.
Blanca.
Posdata: Y gracias por la pareja más adorable la ficción.
El fin de mi infancia, junto con el de toda mi generación, tuvo lugar hace poco. No fue con la llegada del euro, no fue con el primer beso, no fue con el primer suspenso, ni cuando hicimos selectividad. Nuestra etapa de crecimiento personal acabó con el estreno de la última película de Harry Potter. Después de verla, ya estamos hechos, listos para enfrentarnos al mundo.
Crecimos con ellos, con Harry, Ron y Hermione. Aprendimos a que incluso en situaciones de adversidad hay que actuar correctamente, a lo importante que es tener un motivo por el que luchar, a que hay que temer a los vivos que viven sin amor, el verdadero valor de la amistad, de la lealtad... Que las palabras son la fuente más inagotable de magia, que nuestra imaginación puede llevarnos más lejos que cualquier tren.
No voy a entrar en una crítica a la película, ni a los libros. Simplemente os hablo de que he crecido siendo alumna de Hogwarts, aunque no me llegara la carta a los 11 años (que por cierto, siempre mantuve la esperanza).
Cuando se encendieron las luces, al final de la proyección de la película, estaba llorando. Porque Hermione y Ron ya se han besado, porque Snape ya se ha dejado conocer, porque ya no veré más cicatrices en forma de rayo, porque Quien-ya-sabéis no va a encontrar otra forma para volver... Porque todo está ya en su lugar, donde tiene que ser.
Ahora tenemos que empezar a crear otra historia, pero nunca olvidando lo que aprendimos con la anterior. Harry Potter ya se ha metido demasiado en nuestro ser como para que podamos querer vivir olvidándonos de él.
- ¿Esto es real, o está ocurriendo dentro de mi cabeza?.
- ¡Claro que está ocurriendo dentro de tu cabeza, Harry! Pero, ¿Por qué iba a significar eso que es menos real?.
Y así Dumbledore nos recuerda que siempre que pasemos un mal momento, sólo tendremos que volver a nuestro interior, y estarán todos para ayudarnos.
Puede que un día pinte mi cuarto de naranja, o que escriba en la pared: 'Amigosamigosamigosamigosamigosamigosamigosamigos...'. Puede que un día me haga un jersey de lana con mi inicial bordada, o que me haga un amuleto anti-nargles. Preparar pastel de calabaza.
O puede que simplemente viva según los valores que JK Rowling quiso mostrarnos. Creo que es el mayor homenaje que podemos hacerle.
Un besito en la nariz.
Blanca.
Posdata: Y gracias por la pareja más adorable la ficción.
domingo, 17 de julio de 2011
domingo, 10 de julio de 2011
Soy una Giselle en potencia.
Giselle nunca pudo llevar una vida como la de sus amigas. Su corazón era demasiado frágil, literal y metafóricamente, para soportar los vaivenes de la vida, de modo que su madré la protegió mucho de todo lo que pudo. Hasta que se enamoró de Albretch, un misterioso campesino recién llegado a la aldea. A su madre no le gustaba, a Hilarión, un cazador enamorado de ella, tampoco. Giselle también tenía un mal presentimiento, sabía que no tenía apenas idea del mundo, que no era suficiente para él, que era demasiado inocente para todo lo que Albretch habría vivido. Pero no pudo evitar enamorarse, teniendo su mirada tan cerca, cada vez más cerca... Tanto que le nubló la racionalidad.
Y tanta cercanía entre ambos también nubló la racionalidad de Hilarión, que buscó en Albretch el más mínimo oscuro antecedente para demostrar a Giselle que había elegido mal. No tardó en encontrar su secreto: Guardaba en su casa de la aldea la espada de un príncipe.
Rápidamente avisó a la Corte de tal hallazgo, y vinieron sus representantes a la aldea, entre ellos, una hermosa mujer. Albretch no sabía donde meterse cuando todos los cortesanos lo vieron y lo reconocieron como a un príncipe. Sobre todo aquella hermosa dama, que aseguraba estar comprometida con Albretch.
Giselle no sabía la explicación. No sabía que Albretch la había engañado, que era en realidad un príncipe que huía de las tensiones de palacio y se hacía pasar por campesino. Giselle no sabía que Albretch se había enamorado de ella, que aquella bella mujer sólo significaba obligación. Giselle solo sabía que era 'la otra', que tenía que pagar por las consecuencias de los errores que él cometió, que simplemente era un modo de desahogarse. Giselle supo que el hombre en el que confió no existía. Y de empezar a saber tantas cosas dolorosas, prefirió no saber nada.
Lo amaba demasiado y dolía más aún. Ser un objeto, ser engañada, ser nada. Supo desde un principio que ella no sería lo bastante buena, pero él estaba cerca, muy cerca... Demasiado cerca para intentar alejarse. Y ahora, su rostro cada vez se alejaba más de ella. Toda la realidad se alejaba a mucha velocidad. Todo era borroso, los límites difuminados. Ya no sabía qué era aquél agonizante dolor, si era por la traición, o por su frágil corazón. Veía muchas caras a su alrededor, moviéndose en frenesí, empezó a ver cosas que no había. Gritaba y gritaba, corría de un lado para otro, pero ninguna cara le era familiar. Se había vuelto loca, y su corazón cada vez latía más fuerte, y más dolía. En un momento recuperó su cordura para ver a su madre y lanzarse a perdonar a Albretch. Estando en sus brazos, se le paró el corazón, cansado de sufrir. Giselle murió de amor antes de poder perdonar nada.
Un besito en la nariz.
Blanca.
Y tanta cercanía entre ambos también nubló la racionalidad de Hilarión, que buscó en Albretch el más mínimo oscuro antecedente para demostrar a Giselle que había elegido mal. No tardó en encontrar su secreto: Guardaba en su casa de la aldea la espada de un príncipe.
Rápidamente avisó a la Corte de tal hallazgo, y vinieron sus representantes a la aldea, entre ellos, una hermosa mujer. Albretch no sabía donde meterse cuando todos los cortesanos lo vieron y lo reconocieron como a un príncipe. Sobre todo aquella hermosa dama, que aseguraba estar comprometida con Albretch.
Giselle no sabía la explicación. No sabía que Albretch la había engañado, que era en realidad un príncipe que huía de las tensiones de palacio y se hacía pasar por campesino. Giselle no sabía que Albretch se había enamorado de ella, que aquella bella mujer sólo significaba obligación. Giselle solo sabía que era 'la otra', que tenía que pagar por las consecuencias de los errores que él cometió, que simplemente era un modo de desahogarse. Giselle supo que el hombre en el que confió no existía. Y de empezar a saber tantas cosas dolorosas, prefirió no saber nada.
Lo amaba demasiado y dolía más aún. Ser un objeto, ser engañada, ser nada. Supo desde un principio que ella no sería lo bastante buena, pero él estaba cerca, muy cerca... Demasiado cerca para intentar alejarse. Y ahora, su rostro cada vez se alejaba más de ella. Toda la realidad se alejaba a mucha velocidad. Todo era borroso, los límites difuminados. Ya no sabía qué era aquél agonizante dolor, si era por la traición, o por su frágil corazón. Veía muchas caras a su alrededor, moviéndose en frenesí, empezó a ver cosas que no había. Gritaba y gritaba, corría de un lado para otro, pero ninguna cara le era familiar. Se había vuelto loca, y su corazón cada vez latía más fuerte, y más dolía. En un momento recuperó su cordura para ver a su madre y lanzarse a perdonar a Albretch. Estando en sus brazos, se le paró el corazón, cansado de sufrir. Giselle murió de amor antes de poder perdonar nada.
Un besito en la nariz.
Blanca.
viernes, 8 de julio de 2011
Secretos.
Tengo miedo. Ya sé que no lo parece porque siempre voy feliz por la vida, pero a veces necesito cantar cuando voy por los pasillos oscuros, para ahuyentar fantasmas o malos pensamientos.
Me da miedo conducir, aunque me esté sacando el permiso para ello. Tanta responsabilidad en mis manos me hace tener vértigo.
Me da pánico lesionarme, el hospital. EL DENTISTA.
Me da miedo presenciar una muerte, quedarme atrapada en un desierto. La niña de 'The ring'.
Tengo fobia a las miradas inquisitorias de mi padre, a decepcionarle.
Temo que alguien que es importante para mí no se sienta bien a mi lado. Me da miedo ser motivo de angustia para alguien. No ser suficiente.
Me dan miedo muchas cosas. Me da miedo que nada vuelva a ser como es.
Un besito en la nariz.
Blanca.
Me da miedo conducir, aunque me esté sacando el permiso para ello. Tanta responsabilidad en mis manos me hace tener vértigo.
Me da pánico lesionarme, el hospital. EL DENTISTA.
Me da miedo presenciar una muerte, quedarme atrapada en un desierto. La niña de 'The ring'.
Tengo fobia a las miradas inquisitorias de mi padre, a decepcionarle.
Temo que alguien que es importante para mí no se sienta bien a mi lado. Me da miedo ser motivo de angustia para alguien. No ser suficiente.
Me dan miedo muchas cosas. Me da miedo que nada vuelva a ser como es.
Un besito en la nariz.
Blanca.
sábado, 2 de julio de 2011
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