Una vez me prometí que nunca mencionaría en este blog a nadie que me lo pidiera. Me traicioné con Galán, por ejemplo, que me lo pidió y aún así le dediqué una entrada entera y un muchas indirectas en otras. Cúlpale de no haber hablado de quienes merecían ser homenajeados. Una de esas personas eres tú, Yuste.
Sabes que hubo en mi vida momentos feos. Más feos que el kiwi, cuyo sabor no se quita ni con diez vasos de agua fría, pero hubo algo que lo hizo más dulce. Me escribiste un comentario, simplemente, con un pequeño fragmento de 'Bridge over troubled water'. Y sé que parecerá una tontería, pero es el comentario que más me ayudó. Me recordó que seguías ahí, ofreciéndote como puente si tuviera que atravesar un río de aguas turbulentas. Incluso dejamos de vernos un tiempo por las circunstancias de la vida, pero sabía que en realidad permanecías dispuesto.
Y has cumplido la promesa invisible que había en ese comentario. Porque pese a haber sido una bipolar, un fastidio, una histérica, y todas las cosas que espero haber podido superar, ahora estás a mi lado. Cada día, callado a veces, riéndote otras. Pero estás, como en el principio, y de vez en cuando chocamos las manos. Sé que es otra tontería, y que para ti no significará lo mismo nunca, pero cada vez que te ofrezco la palma para que la choques, te estoy dando las gracias por seguir siendo mi puente.
Confío en que llegarás lejos, en que lucharás por lo que quieres. Confía tú en que ahora me toca a mí ponerme sobre el río revuelto, aunque todos tus sueños vayan ya en camino.
Un besito en la nariz, y un choque de manos.
Blanca.
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