Usa Protector solar

Corre incesantemente. Solo así podrás permanecer en el mismo sitio.

martes, 1 de marzo de 2011

Una serie de catastróficas desdichas madrileñas

Después de la experiencia en París (en la que estuve dos días confinada en un aeropuerto), debería haber aprendido aquella moraleja de 'El mago de Oz', aquello de: Se está mejor en casa que en ningún sitio.
Además, tuve un mal augurio el día que formalicé mi inscripción en la audición por la que me dirigía a Madrid: un suceso paranormal con un desodorante del que ya hablaré en otra ocasión.

Pero no, mi espíritu aventurero pudo con mi sentido común y allá fuí arrastrando a mi padre. Era de noche cuando llegamos al hotel en el que habíamos reservado, inocentemente, habitación. El edificio tenía balcones con luces rojas, y las escaleras para subir a los diferentes pisos eran también de luces rojas, y además parpadeaban. Entraban señoritas con muy poca ropa para el frío que hacía. Amigos, la página web donde me informé del hotel no me advirtió para nada de eso.
Total, que nos vimos solos en Madrid sin un lugar en el que dormir. Preguntamos en muchos hoteles, hostales, y la respuesta siempre era la misma: ''Estamos completos''.
Al fin, nos dejaron una habitación en un hostal sólo para esa noche, y alegres la aceptamos pensando que ya encontraríamos otra para la noche siguiente. La pareja de al lado se llevó toda la noche 'tocando la gaita'. TODA LA NOCHE. Qué resistencia, de verdad...
El hostal que encontramos al día siguiente no era mucho mejor. No tenía baño, era muy viejo y sofocante, pero era mejor que nada. A mi padre le robaron la cartera, quedando solos e indefensos, sin recursos, en una ciudad que quería comernos.

Pero sobrevivimos, y al llegar a Santa Justa aún nos esperaban sorpresas. Subiendo por las escaleras mecánicas, una pareja de ancianos tropezó estrepitosamente. Alguien gritó: ¡Dadle a la parada de emergencia!. Y alguien se equivocó de botón. La escalera se paró durante un segundo y empezó a ir en el sentido contrario: A bajar. Todos nos estábamos dirigiendo sin remedio a la montaña de personas que se estaba formando sobre la pareja de ancianos. Me sentí como en el titanic cuando estaba en posición vertical. Sangre por todos lados, pisadas sobre cuerpos humanos, gritos de dolor...
Un caos.

En fin... cuando llegué a casa me asaltó un horrible sentimiento de vulnerabilidad. Antes me sentía inmortal, supongo que me hacía falta un viaje así para ponerme los pies sobre la tierra.
Un besito en la nariz!
Blanca =)

2 comentarios: