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jueves, 31 de marzo de 2011

Continuando con la publicación anterior.

Estuve ayer viendo la tele un rato con mi padre. Ante las cosas que veía, comencé a opinar, como es propio de mí. No sé cuál de mis opiniones alentó a mi padre ha comentar lo siguiente, pero repentinamente dijo:
''Hija mía, hay algunas personas que se adelantan a su tiempo... Pero tú no. Tú deberías haber nacido hace 100 años''.
Me pareció divertido, porque es verdad en cierto modo.
Tener mi edad en 1911... Sería una gran aventura. (Pero por Dios, que no me de por coger cierto buque con destino a las américas en 1912)

Una reverencia en la nariz,
Blanca.

domingo, 27 de marzo de 2011

El club de lucha de Jane Austen.

A menudo disfruto imaginando una vida contemporánea a la de Jane Austen. Quizá un poco más tardía, pero desde luego antes de llegar a los años 20 con sus faldas cortas.

El prestigio y patrimonio de la familia 'Riquelme' estaría a cargo de mis primos, por el hecho de ser hombres. La institutriz me habría educado bien, yo sería una dama preparada, complaciente, una agradable compañía, capaz de conversar acerca de los más diversos temas. Las novedades más interesantes serían los vestidos nuevos y las visitas de lejos. La única problematicidad, encontrar marido pese a haber tomado la escandalosa decisión de hacer carrera en danza. No era en absoluto conveniente, pero sí necesario para mi autorrealización.

Leería las novelas de Jane Austen, desobedeciendo deliberadamente una orden paternal. Esas ideas revolucionarias me convertirían en una joven ilusa y problemática. Un enorme obstáculo para conseguir un matrimonio ventajoso. Sería amiga de mis doncellas, pero las tendría. Me haría la independiente, pero no alcanzaría a ser más que una niña mimada.

Hipócritamente, jamás me atrevería a usar pantalones. Los vestidos son una frivolidad demasiado bonita como para rebelarse contra ella. Además, aprovecharía la concepción arraigada de la feminidad para coquetear. Rechazaría hombres convenientes por su simple interés, e ignoraría las reglas de las damas virtuosas al insistir en los desinteresados. Jugaría con algunos que acabaría desechando, pataleando cuando dejaran de desearme. Me burlaría de aquellos que no supieran del uso de todos los tenedores en la mesa.

Si que es cierto que me haría la Jane Austen, que intentaría bailar aunque eso supusiera una pérdida de honor en la familia. Pero no creo que mi rebeldía sobrepasara esa línea. Sería una lástima que se perdiera todo el encanto que rodea a las mujeres de la época, ése que las hace ver frágiles y talentosos premios para el mejor postor.

A veces disfruto imaginando que las mujeres volvemos a tener esa magia.


Un besito en la nariz.
Blanca.

sábado, 26 de marzo de 2011

¡Cuánto tiempo!

Pido disculpas por haber estado tanto tiempo sin contar nada. Muchos saben de mí gracias a ese blog, así que pueden haber pensado que el 11 de Marzo me encontraba en Japón. Puedo asegurar que tal viaje no se realizó nunca y que por tanto, no brillo como un gusiluz radiactivo.

Muchas cosas que contar, todas muy bonitas. Tanto, que prefiero contarlas en persona.

Un besito en la nariz.

Ficción real.

El hombre es un animal de realidades. No de una, eterna e inmutable, sino de muchas de colores, de distintas formas entrelazadas, que varían casi tanto como el mapa de la mente de un niño. Nos es necesario. Cuando un hombre tiene que tomar una decisión, elegir, crea en su interior distintos mundos, que serán de una forma u otra según la elección que se tome. Prefiere uno de esos mundos interiores y lo lleva a la práctica, para que el mundo interior se haga 'realidad'.
¿Pero a donde van a parar los otros mundos, los que no se acaban practicando? ¿No son acaso otras 'realidades' en potencia, esperando al hombre valiente que sea capaz de llevarlos a cabo? Es injusto dejarles desaparecer, pues en un principio no eran distintos de aquél que se decidió trasladar al mundo. ¡Y es que en realidad no hay diferencia alguna!
Esas posibles situaciones que tuvimos que imaginar para poder ver así sus consecuencias en nuestra vida, realmente fueron creadas. No por haberse quedado en nuestro interior, han dejado de existir.

Nuestra estancia en Hogwarts, el guantazo a aquella niña tan estúpida, ese beso apasionado bajo la lluvia, los trajes de época, el público aplaudiendo en pie... Existen, pues no tenemos más certeza del mundo que nos rodea que del mundo al que rodeamos. Son realidades de igual relevancia.

Un besito en la nariz.
Blanca, que se siente soñadora.

martes, 15 de marzo de 2011

Quisiera contar algo. Una pamplina, una tontería que quizás no os importe. Algo de mi día a día, de cómo mis actos me describen mejor que cualquier dato que encuentres en mi DNI.
Salí de mi clase de 'Filosofía de la cultura' y a una hora muy temprana de la tarde, apenas las 2'30, me fui al Conservatorio. Me encontré en el aula 7, esa tan cálida, tan pequeña. Tan como yo.
Realmente me encontré. Frente al gran espejo, con las barras al fondo, sentada en el suelo, con medias, maillot, calentadores rosas, las manos peinando mi pelo en roete. No sola, sino acompañada de mí misma.
Hice en el suelo muchas series de abdominales, de grand battements, de developpés, de cambrés. Luego, una vez de pie, con una mano sobre la barra y la otra sosteniendo mi pierna por encima de mi cabeza, me ví en el espejo.
Me ví. Era yo. De forma pura, sin aditivos.
No habría estado de más si en mi reflejo hubiese visto un poco más de empeine, una pierna soporte más en dehors... Pero me gustó lo que ví.
Era una chica acompañada de sí misma, que sabe lo que quiere, con la respiración agitada por el esfuerzo, sudando, viviendo.

Un beso en la nariz.
Blanca.

jueves, 10 de marzo de 2011

Feliz cumpleaños, Albita.


Quisiera poder escribir algo emocionante, que ponga el pelo de gallina. Me gustaría ser capaz, pero una vez más me siento intimidada por esa capacidad tuya de brillantez tan grande como el sol. Si te soy sincera, ni siquiera sé cuántos años cumples. No es algo que importe cuando se trata de tí.
Sí que sé otras cosas, quizá un poco menos útiles, pero sí más bonitas. Sé lo importante que eres para mí, aunque suene de lo más tópico. Sé que realmente eres especial entre especiales, una melodía de acordeón, cereales con leche, quitarse los tacones después de una fiesta. En un mundo en plena crisis moral, tú eres el haz de luz que se abre paso entre las nubes. A veces débil, pero siempre suficiente para despertar un poco de esperanza en el corazón. Después de andar, y andar, correr, andar, arrastrar los pies, andar de nuevo, correr, andar... Un manantial siempre es de agradecer.
No quiero que te apagues, no quiero que te hagas mayor, no quiero que estés triste, que pierdas las ganas, que dejes de emanar agua fresca. Aunque suene egoísta, no quiero que lo hagas porque entonces... Entonces no sé qué sería de mí.

¡Adivinando canciones entre las interferencias creadas por los posos del café!
Hermana, consejera, psicóloga, maestra, amiga, vecina... Qué más dan los calificativos. Tú eres Albita, y ya está. Tienes rango propio y no necesitas ningún otro adjetivo que te distinga. Tú eres sustantivo en tu propio ser, en mayúsculas. Eres sustento de un predicado que a veces consigue llamarse Blanca, pero muy de vez en cuando, y siempre siguiendo tu modelo. Aún así, no es deshonor ser predicado siempre el sujeto seas tú. Más bien un honor, una dicha, algo emocionante, que pone el pelo de gallina.
No como esta felicitación tonta.

Feliz Cumpleaños, Albita.
Te quiero tanto, tanto, tanto...
A nuestro alrededor, viejas e inamovibles rocas. Entre tú y yo, sólo un accesible cielo.

Nunca es tarde para darte cuenta de cuánto las quieres.

Siempre quise cuidar bien una Barbie...

Pero nunca tuve la fuerza de voluntad suficiente. Siempre acababa cortándole el pelo, o pintándola, tiñendola y cosas así... Pero siempre con buenas intenciones, pensando que con mis retoques quedarían mejor. No era así, desde luego.
Y ahora la vida me da una nueva oportunidad. Alicia y Gema me han regalado una Barbie Bailarina por mi cumpleaños, y por fin podré darle a una muñeca el trato delicado que siempre han merecido y que yo siempre les he negado. La trataré como oro en paño, tal y como vosotras os merecéis que el mundo os trate. Sois maravillosas.

Siempre pensé en tener un jardín Zen...

Para mover la arena con el pequeño rastrillo, sin pensar en nada más que en las líneas que deja a su paso. Cada vez que veía uno, pensaba en mi futuro, en mi 'yo' mayor, que llegaba a casa después de un duro día de trabajo y recolocaba cada noche las piedras del jardín de una forma nueva. Espero que mi 'yo' actual no sea ya un 'yo' mayor, pero realmente el estrés me hacía necesitarlo. Aunque nada tan efectivo contra el agobio como un ratito en vuestra compañía.

Además, siempre podré hacer tai chi con musiquita relajante de fondo, bebiendo té oriental en la linda tetera que también me habéis relajado. Mientras, la muñequita de hilo con tutú me observará y se reirá de mí.

Vosotras sois en realidad el mejor regalo. Saber que, no importa lo que pase, siempre estaréis ahí, contra el estrés, contra los flaqueos de voluntad, contra el hacerse mayor. Gracias, infinitas gracias. Por los regalos, por todo.

Un besito en la nariz.
Blanca =)

martes, 1 de marzo de 2011

Una serie de catastróficas desdichas madrileñas

Después de la experiencia en París (en la que estuve dos días confinada en un aeropuerto), debería haber aprendido aquella moraleja de 'El mago de Oz', aquello de: Se está mejor en casa que en ningún sitio.
Además, tuve un mal augurio el día que formalicé mi inscripción en la audición por la que me dirigía a Madrid: un suceso paranormal con un desodorante del que ya hablaré en otra ocasión.

Pero no, mi espíritu aventurero pudo con mi sentido común y allá fuí arrastrando a mi padre. Era de noche cuando llegamos al hotel en el que habíamos reservado, inocentemente, habitación. El edificio tenía balcones con luces rojas, y las escaleras para subir a los diferentes pisos eran también de luces rojas, y además parpadeaban. Entraban señoritas con muy poca ropa para el frío que hacía. Amigos, la página web donde me informé del hotel no me advirtió para nada de eso.
Total, que nos vimos solos en Madrid sin un lugar en el que dormir. Preguntamos en muchos hoteles, hostales, y la respuesta siempre era la misma: ''Estamos completos''.
Al fin, nos dejaron una habitación en un hostal sólo para esa noche, y alegres la aceptamos pensando que ya encontraríamos otra para la noche siguiente. La pareja de al lado se llevó toda la noche 'tocando la gaita'. TODA LA NOCHE. Qué resistencia, de verdad...
El hostal que encontramos al día siguiente no era mucho mejor. No tenía baño, era muy viejo y sofocante, pero era mejor que nada. A mi padre le robaron la cartera, quedando solos e indefensos, sin recursos, en una ciudad que quería comernos.

Pero sobrevivimos, y al llegar a Santa Justa aún nos esperaban sorpresas. Subiendo por las escaleras mecánicas, una pareja de ancianos tropezó estrepitosamente. Alguien gritó: ¡Dadle a la parada de emergencia!. Y alguien se equivocó de botón. La escalera se paró durante un segundo y empezó a ir en el sentido contrario: A bajar. Todos nos estábamos dirigiendo sin remedio a la montaña de personas que se estaba formando sobre la pareja de ancianos. Me sentí como en el titanic cuando estaba en posición vertical. Sangre por todos lados, pisadas sobre cuerpos humanos, gritos de dolor...
Un caos.

En fin... cuando llegué a casa me asaltó un horrible sentimiento de vulnerabilidad. Antes me sentía inmortal, supongo que me hacía falta un viaje así para ponerme los pies sobre la tierra.
Un besito en la nariz!
Blanca =)

Confesionario resistente al agua

Quien soy en realidad es algo que ni yo sé siquiera. Mis secretos más profundos, mis deseos y temores, el interior del corazón, es algo que no me gusta dejar salir muy a menudo por las vías convencionales. Y es que no será mi boca la que pregone el contenido de estas oscuras cavidades.

Mis mejores confidentes son la barra y la ducha. La barra porque solo ella conoce mi trabajo, mi persistencia, mi desesperación. La ducha de mi casa, que no cualquiera, es la que más datos tiene de mí para crear un perfil robot de mi persona.

En silencio, mi cuerpo le va susurrando secretos que solo ella conoce. Que mientras se calienta el agua, permanezco un rato callada, quieta, desnuda, mirando mi reflejo en el espejo, intentando reconocerme. Que me encanta hacerme y deshacerme roetes con el pelo mojado cuando estoy bajo ella. Que a veces tengo que enjabonarme varias veces el pelo, porque me paso tanto tiempo mojándolo que el champú pierde su efecto. Que me relaja abrir los labios y sentir el calor del agua en la boca. Que incluso en el más arduo verano, tiene que estar hirviendo. Que puedo permanecer horas con los brazos cruzados, sintiendo el agua golpear mi cabeza, mis hombros, caer por todo mi cuerpo en cascada. Que utilizo el lavabo como barra mientras me seco. Que los mejores grand ronde de jambe me salen en ese momento.

Realmente son estos datos los que pueden aproximarte más a mi substancia, a lo que permanece intacto en mí, más allá de toda constricción social. Estos detalles, y no las cifras, son las que te llevarán a la verdad. Los números siempre se toman en serio, pero nunca nos dicen lo que realmente importa saber acerca de algo. Porque el concepto de verdad ha de cambiarse, pregúntale a mi ducha si quieres conocerme.

Un beso, desde la ducha, en la nariz.