Un ser que consigue sintonizar las capacidades del cuerpo con los deseos del alma, no es una persona más. La espiritualidad intenta cada día trascender, ir más allá del simple vivir, pero su cascarón imperfecto, rebelde, siempre anhelante de tener la última palabra, no le deja cumplir sus deseos.
Muy especial tiene que ser alguien para no ponerle obstáculos a las utopías del alma, y no merece en absoluto que lo rebajen al mismo nivel que los mortales.
Los seres humanos somos constitutivamente frágiles, incluso ya rotos. Solo podemos expresar la magnificencia de nuestro interior cuando el cascarón se rompe, y cuando se rompe, nos morimos. Por tanto, aquellos que han conseguido llevar su cuerpo a la capacidad de expresar lo que su alma narra, han dejado de ser humanos para convertirse en seres de otro planeta. Animales muy especiales, pura sangre, cuya alma trasciende el tiempo a través del recuerdo de su cuerpo. Inmortales, siempre en la memoria de los imperfectos, siempre en la historia finita. Siempre en el universo.
Baryshnikov, por ejemplo. |
Hola, comparto contigo la admiración hacia el gran bailarín Mijaíl Baryshnikov...y casualmente buscando una foto suya encontré tu blog que es muy lindo. Saludos,
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