Yo siempre me había considerado medio inteligente. Tú sabes, no soy una lumbreras pero algo sé de la vida, digo yo. Pero no, tuve que meterme en filosofía para darme cuenta de que soy más tonta que una mosca intentando salir por una ventana. Y tal descubrimiento comenzó de este modo:
Se propuso (Lo propuse yo, para qué mentir, prometo que algún día dejaré de ser monotemática) ir al cine a ver Cisne Negro, y un grupito de compañeros se apuntó. Entre ellos estaban personajes como Fati, Ismael, Alfonso, Cosme y David. Yo estaba ilusionadísima, no por la película (que ya había visto dos veces, muy típico en mí), sino porque eran personas de las que te atraen magnéticamente y nunca había estado mucho tiempo con ellos por ese tema de: Seguro que piensan que soy tonta. Aunque claro, ahora que lo pienso estarían en lo cierto.
No quiero spoilear la película para quien no la haya visto, pero digamos que el ser humano medio no la entiende hasta el final. Pues bien, era la mitad de la película e Ismael ya había adivinado con detalles todo lo que pasaría al final, y al salir nos explicó el GRUND de sus deducciones. Entonces yo dije: ¡Oye, tú eres inteligente, y yo no lo sabía!
Y además, como yo era tonta, se acentuaba más la diferencia. David identificó la película con el romanticismo, aunque una farola rota también puede ser romántica si David quiere que lo sea.
Os contaré más de ellos, merece la pena.
¡un besito en la nariz!
Blanca.
Me parto con la farola romántica xD
ResponderEliminarY el camaleón es que es mu' listo, que se lo digo yo siempre, y a él que le encanta xD